Marco Teórico
La
ecología política urbana es una disciplina en emergencia que provee de un
enfoque multidisciplinario para el análisis del cambio
socioambiental que se presenta en los asentamientos urbanos. Para conseguir
“ciudades sostenibles” es necesario dos condicionantes, el primero se relaciona
con los aspectos políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales que
producen los paisajes urbanos. Y, el segundo tiene que ver con la estructura y
organización de las relaciones de poder, sus discursos y su expresión social e
institucional en dichos entornos (Gómez 2006) que viene a ser la ciudad como
tal, entendida desde uno de los principales espacios que entra dentro del juego
de la disputa.
Para lograr una sostenibilidad
urbana, algunos son los factores que deben ser tomados en cuenta. Un medio ambiente urbano saludable, no
puede ser entendido desde un punto estrictamente económico; es importante tener
presente que el ser humano está inmerso dentro de un complejo campo, en el cual
sus relaciones sociales se conjugan con el ámbito político, cultural,
ambiental, etc., que son expresados en los procesos
de urbanización.
La ecología política urbana brinda
una visión multidisciplinaria e integradora de los acontecimientos llevados a
cabo en las ciudades. Otras disciplinas pertenecientes a las ciencias sociales no
han podido explicar de manera clara los factores que conllevan a un proceso de cambio socioambiental. “La
ecología política representa una alternativa a la ecología clásica o
«apolítica», y tiende a incorporar explícitamente la influencia significativa
de las fuerzas políticas, sociales y económicas en el estudio del cambio
socioambiental” (Gómez, 2006:170). La idea recién expuesta se complementa al afirmar
que:
La
mercantilización e instrumentalización de diversos elementos y procesos
naturales ha creado perfectas plataformas para la acumulación de riquezas. Esto
ha sido posible en la medida que existen las condiciones políticas, sociales y
económicas que permiten que la naturaleza sea vista como “un instrumento de
consumo” en el espacio urbano de una ciudad capitalista (Irarrázaval,
2012).
La urbanización crea relaciones cada vez más complejas entre la naturaleza y las ciudades que no deberían verse de manera opuesta a la ecología o el medio ambiente. La ecología política urbana no se centra en afirmar que sí existe una degradación de la naturaleza en el proceso de expansión de la ciudad, sino que también “trabaja aceptando la riqueza biológica y la diversidad ecológica de los ambientes urbanos” (Gómez, 2006: 172).
La ecología política urbana considera la urbanización como un proceso que está en el origen de muchos de los impactos ambientales y, al mismo tiempo, los contextos urbanos son entendidos como los espacios donde los problemas socioambientales se experimentan más profundamente (Gómez, 2006:172). En otras palabras, “[i]t is on the terrain of the urban that [the] accelerating metabolic transformation of nature becomes most visible, both in its physical form and its socioecological consequences” (Heynen et.al, 2006:41). En apoyo a esta tesis Irrarázabal menciona que:
El medio ambiente
urbano constituye una transformación de la naturaleza, que representa
extensos procesos sociales, políticos y
económicos que se articulan material e inmaterialmente en la ciudad, así como
en su dinamismo metabólico, propio de un
espacio humanamente producido. Las desigualdades socioambientales,
materializadas en las distintas morfologías que componen la ciudad, evidencian
estos procesos, así como los modelos adoptados, vividos, o bien impuestos en ella
(Irarrázabal, 2012:75).
Por ejemplo, el habitar zonas con
mayor presencia de áreas verdes implica una serie de beneficios para la población
como la regulación de los riesgos hidrometeorológicos y de remoción en
masa, la captación de material
particulado y la depuración de la columna de aire, la concentración de
biodiversidad (especialmente avifauna), así como también todas las ventajas
paisajísticas, espirituales y culturales que implica (Irarrázabal, 2012 :75).
Las
clases sociales que acuden a vivir en estos nuevos sectores urbanizados son
considerados como nuevos habitantes y a los antiguos moradores como viejos y
son ellos quienes conocen la historia y transformación que ha tenido especifico
sector en la ciudad. Dentro de este contexto existe desigualdad que en el plano
de la ecología política urbana responde a una injusticia ambiental[3],
los sectores destinados a personas de estratos económicos altos son los que
producen mayor contaminación atmosférica y mayores temperaturas, esto dado al tipo
de construcción, al uso de vehículos privados, pues no tienen un sólo vehículo,
al menos son dos, esto depende de los miembros de la familia. La contaminación por parte del parque
automotriz en la ciudad de Quito constituye la principal fuente de polución y
emanación del dióxido de carbono hacia el medio ambiente. Por su parte, los
sectores pobres que viven en el mismo sector utilizan el transporte de uso
masivo, como los buses, trolebús, metro, ecovía, lo cual indica que ellos no se
benefician ambientalmente con la presencia de estas nuevas edificaciones.
Para
clarificar este hecho, podemos recurrir a las cifras del (Plan Maestro de
Movilidad del DQM 2009-2015), en las cuales según el gráfico 1 se observa cómo
los automóviles se han incrementado: en 1999 había alrededor de más de 200.000
vehículos, en el año 2012 esta cifra se ha triplicado y la cifra ha ascendido
alrededor de 600.000 automóviles, lo cual es claramente palpable con el tráfico
existente en la ciudad de Quito.
Gráfico
1

FUENTE: Plan Maestro de Movilidad del
DMQ 2009-2015
El
gráfico indica el incremento del parque automotriz y con esta situación es muy
complicado que exista una reducción de la contaminación atmosférica. Según
Romero (2009) esta diferenciación responde a las desiguales socioeconómicas de sus residentes, manifestadas en las densidades de
ocupación de los suelos urbanos, presencia de áreas verdes, materiales y
diseños de las construcciones. Estas asunciones se englobarían en el
contexto de la ecología política de inspiración marxista, que asocia las
injusticias del desarrollo urbano desigual con los procesos propios del
capitalismo (Gómez, 2006).
El
desmejoramiento de
las condiciones ambientales en las
ciudades como consecuencia de la privatización de los espacios urbanos, ha
hecho que haya una disminución en la calidad de los climas y en la vegetación
de las ciudades. Éstas al encontrarse inmersas
dentro de un marcado proceso de expansión urbana, se ven afectadas por la
reducción de las superficies naturales y se produce un cambio en los usos y
coberturas del suelo. Hecho que afectará a los servicios ambientales que éstas
entregan a la ciudad, pues producirán modificaciones sobre el clima urbano,
causando aumento de las temperaturas y
aparición de islas de calor urbano, siendo afectado todo el conjunto de la población
(Romero, 2009). Sin embargo, de manera especial, los más perjudicados serán los
pobres porque no tienen servicios ambientales en los espacios donde se
desarrolla su vida cotidiana, de igual manera, “la distribución del
clima urbano, más específicamente la concentración de altas
temperaturas, implica una mayor susceptibilidad ante enfermedades
cardiovasculares y respiratorias, a la vez que también aumentan las
enfermedades infecciosas y las asociadas a contaminación atmosférica en
periodos cálidos” (Irarrázaval, 2012: 75).
La ecología política urbana, es el resultado de un proceso complejo que incluye factores sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales, los cuales permiten comprender la dinámica que presenta una ciudad y su transformación en diferentes espacios urbanos desde el lado rural hacia uno moderno en donde los estilos de vida de las poblaciones evolucionan e impactan en las relaciones que mantienen los seres humanos dentro de un mismo territorio. El cual no puede ser entendido sin tener en cuenta a los actores sociales, pues son ellos quienes con su actuar lo modifican y lo dotan de sentido, de manera que se lo debe entender como a una socionaturaleza, la cual es entendida desde diferentes discursos que actúan como beneficio para unos y como afectación para otros.
Bibliografía
Gómez, Elena (2006). “La ecología política urbana una
disciplina emergente para el análisis del cambio socioambiental en entornos
ciudadanos”. Revista Digital Dialnet No.,
48, pp. 167-178. Disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2328196 (visitada el 6 de abril de 2013).
Heynen, Nik, Maria Kaika y Erik Swyngedouw,
compiladores (2006). In the Nature of
Cities
Urban political
ecology and the politics of urban metabolism. New York: Routledge 270 Madison Ave NY 10016. Disponible
en http://scholar.google.com.ec/scholar?q=In+the+nature+of+cities:+urban+political+ecology+and+the+politics+of+urban+metabolism&hl=es&as_sdt=0&as_vis=1&oi=scholart&sa=X&ei=oA1iUYHqEoes8QSK4ICwCA&ved=0CCgQgQMwAA (visitada el 6 de abril de 2013).
Irarrázabal, Felipe (2012). “El imaginario
"verde" y el verde urbano como instrumento de consumo inmobiliario:
configurando las condiciones ambientales del área metropolitana de Santiago”. Revista Invi No. 57, Vol. 27, pp. 73
-103. Disponible en
http://revistainvi.uchile.cl/index.php/INVI/article/view/671 (visitada el 6 de
abril de 2013).
Romero
Hugo y Dustyn Opazo (2011). “Ecología política de los espacios urbanos
metropolitanos: Geografía de la injusticia ambiental”. Revista Geográfica de América Central N.º 47E, Vol. 2. Disponible en
http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/geografica/article/view/2470 (visitada
el 6 de abril de 2013).
[1] Es
la relación
con la ocupación de los diversos espacios de la ciudad, en forma exclusiva, por
habitantes que pertenecen a un mismo grupo socioeconómico y que ejercen una
exclusión permanente respecto a otros grupos que se ubican en sus vecindades
(Romero, 2009), es decir que se caracteriza por ser discriminatoria.
[2] También puede ocurrir
que sean orientadas hacia personas de diferente raza o género.
[3] Se
refiere a la localización de manera desproporcionada de los efectos ambientales
adversos sobre los lugares donde residen los sectores sociales más vulnerables
(Romero, 2009).
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